- Es solo que los seres humanos tenemos mentes más complicadas que hacen que deseemos ser mejores- explicó el caballero.
-¿Mejores que qué?- preguntó Merlín, tañendo ociosamente sus notas en su laúd.
- Mejores de lo que somo- respondió el caballero.
- Nacéis hermosos, inocentes y perfectos. ¿Qué podría ser mejor que eso?- demandó Merlín
- No, quiero decir que queremos ser mejores de lo que pensamos que somos y mejores que los demás... ya sabéis, como yo, que siempre he querido ser el mejor caballero del reino -
- ¡Ah!, si - admitió Merlín - la admisión de vuestra complicada mente os llevó a intentar demostrar que erais mejor que otros caballeros -.
- ¿Y qué hay de malo en ello? - pregunto el caballero a la ofensiva.
- ¿Como podías ser mejor que otros caballeros si todos nacisteis tan inocentes y perfectos como erais? -.
- Al menos era feliz intentándolo - replicó el caballero.
- ¿Lo erais? - ¿O es que estabais tan ocupado intentando serlo que no podías disfrutar del simple hecho de ser? -.
- Me estás confundiendo - musitó el caballero -. Sé que las personas necesitan tener ambiciones. Desean ser listas y tener bonitos castillos y poder cambiar el caballo del año pasado por uno nuevo. Quieren progresar -.
- Ahora estáis hablando del deseo del hombre de enriquezerse; pero si una persona es generosa, amorosa, compasiva, inteligente y altruista, ¿cómo podría ser más rica? -.
- Esas riquezas no sirven para comprar castillos y caballos - dijo el caballero.
- Es verdad - Merlín esbozó una sonrisa.
- Hay más tipos de riquezas, así como hay más de un tipo de ambición -.
- A mí me parece que la ambición es la ambición. O deseas progresar o no lo deseas -.
- Es más complicado que todo eso - respondió el Mago -. La ambición que proviene de la mente te puede servir para conseguir bonitos castillo y buenos caballos. Sin embargo, solo la ambición que proviene del corazón puede darte, además, la felicidad -.
- ¿Qué es la ambición del corazón? - le cuestiono el caballero.
- La ambición del corazón es una. No compite con nadie y no hace daño a nadie. De hecho le sirve a uno de tal manera que sirve a otros al mismo tiempo -.
- ¿Cómo? - preguntó el caballero, esforzándose por comprender.
- Es aquí donde podemos aprender del manzano. Se ha convertido en un árbol hermoso y maduro, que da generosamente sus frutos a todos. Cuanta más manzanas coge la gente - dijo Merlín - más crece el árbol y más hermoso deviene. Este árbol hace exactamente lo que un manzano debe hacer: desarrollar su potencial para beneficio de todos. Lo mismo sucede con las personas que tienen ambición de corazón -.
- Vos, como la mayoría de la gente, queréis poseer muchas cosas bonitas, pero es necesario separar la necesidad de la codicia -.
- Decidle eso a una esposa que quiere un castillo mejor en un barrio mejor - replicó mordaz el caballero.
Una expresión divertida se dibujó en el rostro de Merlín.
- Podrías vender algunas de vuestras manzanas para pagar el castillo y el caballo. Después podríais dar las manzanas que no necesitarais para que los demás se alimentarse -.
- Este mundo es mucho más fácil para los árboles que para las personas - dijo el caballero filosóficamente.
- Es una cuestión de percepción - dijo Merlín -. Recibís la misma energía vital que un árbol. Utilizáis la misma agua, el mismo aire y la misma nutrición de la tierra. Os aseguro que si aprendéis del árbol podréis dar frutos y no tardaréis en tener todos los caballos y castillos que deseáis -.
- ¿Queréis decir que podría conseguir todo lo que necesito simplemente quedandome quieto en mi propio jardín? - preguntó el caballero.
Merlín rió.
- A los seres humanos se les dio los dos pies para que no pudiesen permanecer en un mismo lugar, pero si se quedaran quietos más a menudo para poder aceptar y apreciar, en lugar de todo lo que pueden, entenderían verdaderamente lo que es la ambición del corazón -.
El caballero de la armadura oxidada
Robert Fisher