Todavía se respiraba lo poco queda de verano. El sol me rozaba la punta de la nariz y me hacia cosquillas.
En mis rodillas descansaba un libro, El Principito, ese pequeño gran tesoro del que tanto hay que aprender. Y es que en tan pocas paginas se dice tanto...
En fin, digamos que fue un momento mágico. Como si él mismo acabase de aterrizar recien llegado de su pequeño planeta (ese en el que solo tiene una rosa y tres volcanes, pero que en el fondo son su gran tesoro) y me susurraba al oido.
Se paró el mundo y se me dibujo una sonrisa tonta en la cara, de esas que cuesta tanto borrar. Y entonces me di cuenta de que tenemos que dejarnos llevar mas a menudo y sentir todo lo que nos rodea.
Aqui os dejo un trozito de relato para ir abriendo boca, pero os recomiendo buscar un sitio comodo y dejar que os haga una visita. De vez en cuando son necesarias.
-En tu tierra - dijo el principito - los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo jardin... Y no encuentran lo que buscan...
-No lo encuentran... - respondí
-Y, sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa o en un poco de agua...
-Seguramente - respondí
Y el principito agregó:- Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón..."
El Principito - Antoine De Saint-Exupéry
1 comentario:
Mmmm, qué geniales esos moment(azos)illos. Ahora que me dedico a estudiar echo de menos sentarme mirando al horizonte escuchando alguna canción emocionante, de esas que te ponen los pelos de punta (como la que estoy escuchando ahora).
Y dejar volar la imaginación, o el recuerdo, con la brisilla que retoza entre las ramas de los árboles.
Y dejarme llevar, como bien dices, no sólo en esos momentos mágicos que te arrancan una sonrisa, sino también en el día a día, que nos encadenamos a un alfiler y pensamos que es una columna gigantesca.
Ayyy... lo primero es perder el miedo a volar...
Mua!
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