lunes, 20 de abril de 2009

corazones rotos

Estaba allí, sentado, frente al mar.

Miraba al horizonte y se sintió pequeño, solo, miserable. Quería volar como las gaviotas que sobre volaban su cabeza, sentirse libre, pero algo o tal vez todo se lo impedía.

Nada era como lo que había soñado. Tenía ganas de quitarse ese disfraz con el que se vestía cada mañana, de volver a ser el mismo que había sido... Simplemente lo necesitaba por que el olor a podredumbre ya empezaba a notarse demasiado, molestaba en la nariz.
Ya nada era como había sido, ya no temblaba con las canciones, ya no sentía nada. Simplemente se dejaba vivir.

Cada día se susurraba al oído ¡TÚ PUEDES!. No sabía muy bien porque, tal vez fuese para no caer, por el miedo a no saber volver a ponerse a caminar o igual todavía quedaba algo dentro, una pequeña luz que luchaba por no apagarse del todo, por no morir, por volver a ser grande, como las de los faros que siempre brillan para no perderse.

Llovía y las lágrimas se entremezclaban con las gotas, se hacían una y empezó a temblar. Lloraba sueños, frustración, ganas perdidas...


Esa sensación no era nueva, solía sentirla a menudo.

Días buenos y días malos. Así corría la vida y el problema es que no sabía porque o igual si, quien sabe.

Y se pregunto de nuevo, mirando al horizonte, ¿donde se perdió la esperanza?¿donde se esconde la vida?


2 comentarios:

Xuvia dijo...

Nada es nunca como se sueña...
Los disfraces son una cotidiana y triste reaidad...y la vida corría...y corría...

bsoooo

Zul dijo...

pero no por ello hay que dejar de perseguir los sueños...aunque tengamos sombras, siempre hay sueños... o eso me gusta creer.
¿me engaño demasiado?

beso