Todavía me recuerdo de aquellas mañanas sentado en la hierba (o algo que se le parecía) de Valdevimbre cuando Andrés vestido de juglar nos visitaba para contarnos las aventuras del Caballero de la armadura oxidada, y de la canción que repetiamos, cansinos de nosotros, hasta aburrir. También de las noches bajo las estrellas, antes de acostarnos, cuando ya habíamos culplido nuestro objetivo y al caballero se le caía la parte de armadura correspondiente al día.
Hace ya mucho de aquello, pero el libro se me había resistido desde entonces. Siempre estaba en la misma estantería de la fnac esperando a que me decidiera, pero es que era tan finucho que siempre había alguna opción mejor para llevarme a casa. Sin duda un gran error.
Podrá parecer una historía de niños, de esas de caballeros, castillos y princesas, pero realmente tiene mucho más fondo detrás.
Una historía como la vida misma, de dudas, miedos, inseguridades, que con un poco de esfuerzo pueden llegar a ser superadas, solo depende de uno mismo.
He aquí un trocito y el resto del libro lo dejo para vosotros.
- A mí me parece que la ambición es la ambición.
O deseas progresar o no lo deseas.
- Es más complicado que todo eso - respondió el mago-. La ambición que proviene de la mente te puede servir para conseguir bonitos castillos y buenos caballos. Sin embargo, sólo la ambición que proviene del corazón puede darte, además, la felicidad.
- ¿Qué es la ambición del corazón?- le cuestionó el caballero.
- La ambición del corazón es pura. No compite con nadie y no hace daño a nadie. De hecho le sirve a uno de tal manera que sirve a otros al mismo tiempo.
El Caballero de la armadura oxidada
Robert Fisher
1 comentario:
hablando de gente fría... buena elección, es más, grandísima elección
"El caballero emprende la ruta y camina durante no sabe cuánto, hasta que hace un alto en un bosque cansado y desalentado. En el camino este hombre se había dado cuenta de muchas cosas. Sobre todo se había percatado de que sabía poco, que no conocía el bosque ni tantas cosas que le podrían haber ayudado en la ruta. Es entonces cuando aparece Merlín, que le hace caer en la cuenta de que no lleva perdido meses sino toda la vida. Que sólo había visto un poco de luz al empezar a reconocer su pobreza, sus anhelos; cuando -en una palabra- había sido humilde y no de había conformado con las teorías que los demás e incluso él mismo le presentaban."
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