Y lo veía todo perfecto,
pero se desperto del sueño
y la realidad se mostro bien distinta ante sus ojos.
Sintio pena y rabia - mucha -
y deseo que todo volviese a ser como antes.
Cerro los ojos y los volvio a abrir,
pero no sucedio nada.
Quería cambiarlo, aunque aquello era imposible.
No dependia de ella,
asi que dejo las cosas como estaban,
no toco nada,
y se marcho despacito,
de puntillas para no hacer ruido.
3 comentarios:
Hola! Sabes? Ahí es donde creo q entra en juego la madurez :) No es bueno querer cambiar las circunstancias, básicamente porque si vas pensando en eso, muchas cosas que no tienen por qué te decepcionarán. La vida hay que aceptarla como viene, y más aún a las personas. El mayor error es pretender cambiar a alguien, hagamos por comprender y quedémonos ahí. Lo mismo sucede con los acontecimientos de la vida, por feos que sean, hemos de aceptarlos como se nos presentan. Un beso!
Mal... muy mal... esos finales quedan bonitos en los cuentos y en las películas...
Marchar de puntillas es de cobardes... y ya de tener que irse, hacerlo metiendo ruido, después de haberlo puesto todo patas arriba...
Mal, mal, mal...
Besinos
Vamos a ver Guaju, ¿quien te dijo a ti que esto no es un cuento?...
Y a veces vale más hacerlo de puntillas, fiate de mi :)
Bea sabes que te digo que yo prefiere mirar más de cerca a las cosas buenas. Las malas está claro que tienen que venir, pero cuantas menos mejor jejej
Besitos
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