Y el mundo gira. Sin detenerse. Las demostraciones se amontonan, pero la cabeza está en punto muerto. Estudio y no aprendo, y llegarán las consecuencias... Bien lo sé. Simplemente necesito pasar página
Un estado raro... queriendo pero no pudiendo olvidar. Tiempo, necesito tiempo, pero ese no sobra, no se detiene de hecho no me alcanza con el que tengo. Y ya lo dice Benedetti, el olvido está lleno de memoria.
Y las cosas pasan por que tienen que pasar, no se le puede buscar explicación a lo inespicable. Son y punto. Pero tampoco se pueden esquivar, a los problemas hay que mirarlos a los ojos afrontarlos, con miedo o sin el, pero afrontarlos porque sino el día que exploten...será muy gorda
Y aunque no merezca la pena no me rindo, ¡Idiota!, pero que se le va a hacer es lo que soy y hay que aceptarlo como viene
Y el mundo sigue girando y cada día me sorprende más tanta novedad me va a matar del susto, pero si en al mundo le dio por enloquecer no seré yo quien le ponga freno
¿En que momento se traspasa la línea de la confianza?,¿Cuando pasas de conocido a amigo? Caminamos juntos, pero separados ¿contrariedad? Y en realidad, ¿que es eso para nosotros?. Simplemente otra más en el día a día. Jugamos a entendernos, a intentar ser algo, pero en el fondo…¿que quedará? Ojalá me equivoque, pero ya estoy divisando el final del camino.
Quiero… poder conocer y que me conozcas, reírnos un rato, hablar de verdad sin miedo a las palabras, al que dirán y a tantas cosas… Materia prima me gusta pensar que la hay, pero ganas… eso ya es otro cantar. Y en el fondo nos termina gustando cuando hay momentos buenos, sentirlos y emocionarnos, pero todo requiere esfuerzos y hay que estar dispuesto a trabajar por ello. ¿Es pedir tanto?, ¿tanto esfuerzo supone?
Necesito sentir, sin pasar de puntillas, pero no puedo…
Las risas volvieron para hacerme cosquillas en la comisura de los labios, y me gusta. Asi que, no la dejaré marchar.
El espejo ya no refleja una sombra, ahora ya vuelve a lucir el brillo que había permanecido escondido.
Jugamos al escondite y al intentar ganar, la sombra logró dejarme en la oscuridad, pero algo si está claro, no me doy por vencida tan facilmente.
Despegando, volviendo a soñar, así estamos.
Y el día que ya no tiemble cuando me mires, o no me emocione el mar o no sonria al recordar... Ese día se apagará mi luz. Mientras puede haber sombras, pero siempre quedará la esperanza, el no rendirse, el no dejar que se apague del todo.
Y no me arrepiento de poner demasiado corazón, aunque luego no disponga de paracaidas y la caida duela.
Merece la pena vivir y que no vivan por ti.
Simplemente es lo que soy y espero seguir siendo. Por que el día que me canse de intentar... ese día, cerraremos el telón.
Cuando huir se convierte en una necesidad acuciante para encontrar la libertad, cualquier otro bien queda enmascarado, incluido el de la propia libertad, aunque ello pueda parecer una paradoja. Huir para alejarse del drama es un engaño del deseo y también una necedad de incautos porque quien huye acarrea el drama hasta donde el destino lo lleva, igual que si se tratase de un tumor alojado en las costuras del alma.
La noche del tamarindo
Antonio Gómez Rufo
lunes, 12 de enero de 2009
Ahora poco se podía hacer,
allí estaban, como a quien le clavan un puñal y se desangra poco a poco.
Y lo dejaron morir, sin ningún motivo aparente, pero dejaron que lo llevase el viento.
Y en el fondo ya no queda nada, simplemente indiferencia.
Por que culpar a alguien de lo que ya no hay..., en realidad un poco todos y un poco nadie.
Y costó abrir los ojos y ver la realidad, dolió, pero ahora sólo hay un gran vacio.
Las cosas -estas cosas, las tuyas- me resbalan como las gotas de agua por el cristal en días de lluvia.
Seguimos dejandolo pasar un rato más, pero en el fondo sabemos que ya no le queda vida. Y llegará el día que lo desconectemos de esta rutina que lo mantiene respirando y se apagará... ¿para siempre?.
Igual no, o quizas si, eso lo sabe el tiempo. Pero si nos vuelven a dar otra oportunidad, habrá que reconstruirlo todo, al igual que las ciudades tras el paso de un huracán.
Eso si, hay que tener en cuenta que no empezamos de cero, sino de menos algo. Pero te dejo que me sorprendas, ya se construyeron catedrales mas altas.
Y lo que fue no lo olvido, porque querer borrar una parte del pasado es como renunciar a una parte de ti, dejar de ser lo que fuiste... Simplemente lo guardaré en un cajón, esperando que vuelva a salir algún día.
Y mientras tanto me contentaré pensando que fue bonito mientras duro.
Cada año vuelve ese espíritu infantil que a veces dejamos escapar y es tan necesario. Hasta los más mayores gritan los nombres de los Reyes y piden caramelos en una cabalgata que nota la crisis, pero que hace ilusión. Otro año más nos esperaba nuestra esquinita para verlos pasar. Allí estaba con papá y mamá, igual que cuando era cría, poniéndome de puntillas e imaginándome que contenían esas cajas súper decoradas que nunca llevan nada. Me gusta pensar que los regalos que me esperaban al día siguiente en mis zapatos rojos sin brillo los siguen trayendo Melchor, Gaspar y Baltasar. Que se le va a hacer, soy así de infantil.
Un día mágico para volver a ser el niño que fuimos, para ilusionar e ilusionarte, para disfrutar y hacer disfrutar… Por que igual que dicen los envoltorios de El Corte Inglés (y no es por hacer publicidad) cada paquete contiene magia. Cada caja trae la ilusión del que lo compra buscando que al destinatario le guste.
Y para que negarlo, me sigue encantando ese día, aunque a mis hermanos ya no les haga ilusión y no abramos los regalos a las cinco de la mañana gritando de contentos. El día seis siempre tiene esos momentos mágicos. Se empieza a notar la ausencia de los que ya no están, pero las nuevas generaciones apuntamos fuerte.
Simplemente me quedo con todo. Porque jugar al fútbol con una pelota plana sobre diez centímetros de tacón no se hace todos los días, mientras tú te cuelgas de mi pierna como si fueras un monín. Y sólo ese día es posible ver como dan de si 15 eurillos. Si señor, ver para creer. Y subir al cementerio, y perdernos, como siempre. Aunque haga frio y nieve o salga el sol, allí estamos, perdidos hasta encontrarnos. En fin, no tenemos remedio… Y el día se termina, siempre pronto, porque las pestañas no se aguantan, pero antes de decir hasta mañana hay que tomar una de esas medias noches que solo Conchi sabe hacer. Especiales e irrepetibles, como el día, como cada 6 de Enero…