Y la vida, a veces, la vivimos y otras veces nos vive ella a nosotros.
Y en esas ocasiones desaprovechamos el tiempo... porque en realidad somos como los yogures, caducamos. No traemos la fecha en la frente pero todos la tenemos y el día que menos te lo esperas se acaba. En casiones, con aviso previo y en otras sin dejarnos tiempo a prepararnos.
Y debe de ser cosa del ser humano, pero nos encanta dejarlo todo para mañana y hay mañanas que nunca llegan y otros que no dejamos que lleguen.
Simplemente le ponemos barreras al vivir.
Y nadie dijo que fuera fácil, pero no por no intentar pierde dificultad.
Y hay días que parece que no merecen la pena, pero siempre hay que saber buscar ese pequeño detalle que nos hizo sonreir. Aunque sea minusculo y casi no se vea, si abrimos bien los ojos seguro que lo podemos encontrar.
Y hay otros días que es bueno coger un cohete con direción a la luna y sentarnos en ella, dejando que nos cuelguen las piernas como cuando eramos crios y no nos llegaban al suelo.
Yo el otro día fui de visita al cielo y desde allí todo se ve diferente. Sentada en una de esas nubes esponjosas puedes ver los problemas desde arriba e incluso alguno ni siquiera llega a distinguirse. Es todo cuestión de prespectivas.
Y cuando no logres verle lo bueno a lo que tienes simplemente vale con mirar a tu alrededor. Hay alegrías y sonrisas que saben no dejar indiferente a nadie. Basta con trasmitirlas por que el que la necesita sabrá empaparse de ella.
Y salgamos a comernos el mundo y emborrachemonos de alegría, que además no da resaca.
¡Vivamos!