Y parece que fue ayer, aquel viernes que sentados en el paseo de los alloros descubrí todo lo que se podía aprender observando. Y no se si será verdad o no, pero probablemente la gente parca en palabras sea la más observadora.
Si nos parásemos al final del día y analizasemos todo lo que fuimos capaces de decir de nosotros mismos y de lo que nos rodea sin haber abierto la boca probablemente nos sorprenderíamos.
Queramos o no transmitimos sin hablar. Hay veces que es muy evidente y otras cuesta más darse cuenta, pero en ocasiones hay imágenes que valen más que mil palabras.
Y también es verdad que solo con la observación no vale, que es fácil caer en equivocaciones por la ausencia de la palabra. Y con decir "que se lo imagine" no siempre basta porque luego nos malinterpretamos y ofuscamos sólos.
Pero yo creo que "es bonito" estar pendiente de los demás. Sin vigilar, pero estando atento, sin agobiar, pero ofreciendo en caso de necesidad. Y así, a ratos, dejamos de ser el ombligo del mundo y nos fijamos en los que nos rodean.
Y aprendemos y conocemos... o al menos lo intentamos.
3 comentarios:
Lucecilla, me ha gustado mucho tu entrada de hoy...
Se trata de buscar el término medio, como en todo... las personas muy habladoras me agotan y me pongo en modo autista al minuto dos, y las obeservadoras y parcas en palabras me producen desconfianza...
Es cierto que una imagen vale más que mil palabras, pero a veces las fotos, al darles vuelta, traen mensajes escritos, y una se lleva gratas sorpresas... :P
Besinos
¿Y sabes donde esta la dificultad?... en encontrar el equilibrio.
Y buscaré en el dorso de las fotos y cuando me sorprendan me acoradaré de ti y compartiremos la sorpresa. ¿Hace?
¡Muas!
Hecho
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