miércoles, 26 de noviembre de 2008


Ya no era aquella niña de vestido verde y grandes lazos en la coleta, los tacones y los trajes de chaqueta habían dado paso a lo siguiente.
Algo quedaba. La esencia de lo que fue, pero había cambiado. Sin darse cuenta había crecido, pero seguía siendo una niña.

Miraba por la ventana, veía llover y soñaba con príncipes azules de esos que no destiñen.
Las rodillas sucias le hacian recordar la mañana de charcos. Había saltado hasta quedarse sin fuerzas.
Riendo y llorando había salpicado y empapado sus zapatos nuevos hasta que parecieron viejos.

Ahora la taza de chocolate humeante esperaba en la cocina, mientras el reflejo del espejo de la entrada le recordaba como pasa el tiempo.

6 comentarios:

Hiwatha St. dijo...

Lo mejor de envejecer es hacerse cada vez más niña ;) La capacidad de un niño para asombrarse ante la vida, las ilusiones, los sueños, la inocencia, las ganas de intentarlo... van contaminándose con el paso de los días y de los años, con cada frustración, con cada lágrima, con cada fracaso. Llega un momento en el que recuperar el niño que éramos no se vuelve un deseo, una reminiscencia o una nostalgia, sino un imperativo, casi a vida o muerte, para sobrevivir con esperanza. En el momento en el que un niño muere (metafóricamente), el mundo se vuelve más gris y pierde parte de su sentido. Así que... ¡a saltar charcos! ¡Gana quien llegue antes al final de la calle! Un beso, ¡hasta mañana!

Zul dijo...

En realidad un viejecit@ es un niño pero con arrugas y con experiencias. De todas maneras, yo me quedo con los peques de verdad, los entiendo mejor.

La clave está en no perder al niño que llevamos dentro NUNCA(así ya no se tiene que recuperar), aunque eso es complicado.
Hay que madurar en la justa medida, ni en exceso ni por defecto(aunque digan que el equilibrio no existe, aproximarse) y sacar a pasear cuando sea necesario al peque que tenemos dentro.

Y no gana quien llegue antes, sino el que más halla aprovechado el recorrido.

Te dejo un trocito de canción. Es de José Antonio Delgado y se titula Sólo Caminar,

Correr o no correr si he de mojarme igual,
mejor afianzar el paso.
Si a usted no le importa, yo le espero detrás:
prefiero andar despacio.

Y no voy a dar por perdidos tantos intentos,
llegar o no llegar, para mí no es lo primero:
sólo caminar.

Besitos

Xuvia dijo...

Ay...algo hemos hablado ya de este tema y q puedo decir!! k l menos pase eso, el Tiempo...

Zul dijo...

Pocos temas nos quedan por hablar ya jejeje y si se te ocurre algo se pasa una tarde en la cafetería de Fran y solucionado. Como si no hubiesemos tenido conversaciones profundas con nuestras viejas de fondo ... :P
El tiempo pasa siempre, el reloj no da respiros.

Besitos Lau

P.D: Molo nuestra tarde ludica ehhh

Hiwatha St. dijo...

Comparto la letra de la canción y tu comentario. Por una vez en la vida (que no sirva de precedente ^^), mis palabras eran literales XD No me refería a correr en la vida ni a saltar charcos u obstáculos vitales, sino a ser niños y jugar con todo, a echar a correr y hacer carreras. Por eso decía que ganaba el primero en llegar al final de la calle, yo eso lo gritaba con mi hermano y mis primos de niña (y no tan niña) :D

Zul dijo...

Jajaj ya me lo imagino, era para sacarle un poco de miga al asunto :P
Y el que no grito eso nunca es que no fue niño.